martes, 15 de abril de 2014

Las «liebres» de la aristocracia piden una ley como la española

Cuando nació el año pasado el Príncipe Jorge de Cambridge, Liza Campbell sintió un «pinchazo de decepción». Tenía esperanza de que una posible primogénita de los Duques de Cambridge pudiera reinar simplemente por nacer primero, y no como Isabel II, que llegó al trono debido a una «sequía de hombres de sangre real», según explicaba recientemente esta artista y escritora de 54 años, segunda hija del sexto conde de Cawdor. Campbell es una de las principales impulsoras de un proyecto de ley, en tramitación en las dos cámaras del parlamento británico, para poner fin a la histórica discriminación contra las mujeres en la sucesión a los títulos nobiliarios británicos.

Todo el texto en el siguiente enlace:


Tal y como ocurría ya en España antes de que se aprobara la reforma de 2006, las ladies británicas reclaman igualdad a la hora de suceder en las dignidades nobiliarias. Precisamente los defensores del cambio legal ponen como ejemplo la modificación que llevó adelante en nuestro país el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Hubo quien en aquel momento, y todavía hoy, vio el cambio como un error, tal y como ocurre en el Reino Unido con el grupo de nobles que se opone de manera activa al actual proyecto legislativo.

A pesar de las similitudes que se puedan encontrar entre ambas situaciones, me atrevería a decir que son más las diferencias que las semejanzas que hay si comparamos los casos. Quizás la reforma esté más justificada en el Reino Unido si tenemos en cuenta que allí las mujeres están, quitando casos muy excepcionales, imposibilitadas para ostentar un título nobiliario. 

Esta situación nos es prácticamente desconocida en España, ya que aquí, con contadas excepciones, la sucesión femenina a falta de varón en la misma línea siempre ha estado contemplada (los ejemplos son múltiples a lo largo de la Historia y llegan hasta nuestros días). Incluso en los casos en los que había un hermano varón, mediante el proceso conocido como distribución, una mujer podía recibir parte de los títulos familiares. Desde 2006, por el contrario, el mayor de los hijos, sea hombre o mujer, hereda, si bien la distribución sigue siendo posible.

Por otro lado, y al contrario que en el caso español, en el Reino Unido primero se ha reformado la norma que regulaba la línea sucesoria al Trono. Mientras tanto, en España todavía los varones de la Familia Real tienen preferencia a la hora de acceder a la Jefatura del Estado, lo cual no deja de ser una contradicción de los que promovieron y aprobaron la norma, ya que no se puede comparar la proyección social que tiene el Rey con la que tiene la aristocracia. 

En el Reino Unido uno de los argumentos que utilizan los defensores del acceso de las mujeres al peerage es que los títulos se pierden para siempre cuando la línea masculina se extingue. Una posible solución intermedia para evitar esta situación y a la vez los conflictos que se han producido en España (donde las luchas dentro de las familias por este asunto han sido numerosas) sería que se permitiera la sucesión por vía femenina solamente en caso de que falte varón, tal y como sucedía en nuestro país con aquellos títulos que contemplaban la transmisión únicamente por línea agnaticia (algunos ejemplos los encontramos en el Ducado de Osuna, el Marquesado de Villena y el Condado de Alba de Liste).

Que los tiempos cambian y que hay que adaptarse a ellos es una realidad incontestable, pero tampoco podemos negar el peso de la Historia y de la tradición. He ahí la responsabilidad de aquellos a los que corresponde aprobar o rechazar la modificación de una ley que cuenta con siglos de recorrido a sus espaldas. 

Escudo del Ducado de Osuna (Foto Wikipedia Commons)

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